El Guadalajara acaba de perder a una de sus más fieles seguidoras, sino es que la más: Carmen Salinas, quien perdió la vida este jueves a los 82 años luego de varios días en coma tras un derrame cerebral y quien era Chiva de corazón, gracias a una extraña conexión que tuvo con el Atlas.
En entrevista con Enrique Bermúdez para TUDN el 17 de octubre de 2020, la primera actriz afirmó que ella amaba tanto Guadalajara, que hasta quiso tener a su hijo Pedrito allá, en el Sector Libertad, donde había una maternidad llamada Santa Catalina.
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Ahí estuvo viviendo con los papás de su esposo Pedro y por el amor que sentía por ese estado, que siempre la trató con tanto amor, fue a tener ahí a su hijo Pedrito, a quien desde chiquito le bordaba sus camisetitas con chivitas, baloncitos y cosas así.
“Pedrito (su esposo) era Rojinegro, incluso había jugado en las juveniles del Atlas y me platicó después por qué les decían las Margaritas y todo eso, porque yo no sabía nada de futbol. Yo nada más oía ‘¡Goool y goool!’, hasta que comencé a ponerle atención, quise jugar y hasta me hice capitana de las actrices contra las cantantes. Yo era defensa”, recordó Carmen Salinas en su charla con el ‘Perro’.
¿Cuál fue la conexión de Carmen Salinas con el Atlas?
Entusiasmada con la plática, de expresar su profundo amor por El Rebaño Sagrado y los recuerdos de su hijo y esposo, la hoy recién fallecida actriz entonces confesó cómo y por qué surgió su pasión por el equipo rojiblanco, al que siempre apoyaba de manera muy entusiasta.
“¿Pero sabes por qué me hice Chiva?.. Vivíamos ahí en la calle de Jarauta esquina con República, en el Sector Libertad, porque los papás de Pedro vivían en la Belisario Domínguez. Entonces Pedro rentó una casa antigua, viejita y que tenía los cuartos seguidos, donde yo una vez quería platicar y Pedro estaba viendo un partido de Atlas contra Guadalajara”, afirmó.
“Quise hablar algo con él y le dije: ‘Oye, mi amor, fíjate que quiero consultar esto contigo’ y me dijo: ‘Ahorita no molestes, ahorita no me hables, porque está jugando mi equipo’. Entonces dije: ‘¿Y ahora éste?’, porque nunca me había hablado así. Siempre me decía: ‘Espérate, mi amor’, pero esa vez no. Me dijo ‘están jugando las Chivas contra las Margaritas’”.
Y añadió: “Le pregunté cuáles eran las Chivas y me dijo: ‘Esos que están ahí, de rojo con blanco y azul’. ¿Y las Margaritas? ‘Los de negro con rojo’. Entonces, dentro de mí, dije que ojalá ganaran las Chivas, para que no me siga hablando así y sí… ¡que ganan las Chivas! Desde entonces nunca me volví a perder un partido del Guadalajara o del Atlas”.
EG