¡Para tener en cuenta! Una de las necesidades básicas del ser humano es dormir para poder completar sus actividades cotidianas, sin embargo, el tiempo que se invierte en este aspecto de la vida puede variar en función de la edad y por esa razón hoy te diremos por qué los adultos mayores duermen menos que los jóvenes.
De acuerdo con un ensayo publicado por el psicólogo Abraham Maslow hace algunas décadas, entre las principales necesidades humanas se encontraban el sexo, la alimentación, la respiración y el descanso, que son vitales para poder alcanzar otro nivel de objetivos como el reconocimiento o la autorrealización.
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En ese sentido, un panel de expertos de la National Sleep Foundation de Estados Unidos elaboró una tabla de rangos de tiempo que las personas deben cumplir al dormir según su edad y son los siguientes:
- Recién nacidos de 0 a 3 meses – de 14 a 17 horas
- Bebés de 4 a 11 meses – de 12 a 15 horas
- Niños pequeños de 1 a 2 años – de 11 a 14 horas
- Niños de edad preescolar de 3 a 5 años – de 10 a 13 horas
- Niños en edad escolar de 6 a 13 años – de 9 a 11 horas
- Adolescentes de 14 a 17 años – el rango debe ser de 10 horas
- Adultos más jóvenes de 18 a 25 años – de 7 a 9 horas
- Adultos de 26 a 64 años – de 7 a 9 horas
- Adultos mayores – de 7 a 8 horas
¿Es normal que los adultos mayores duerman menos que los jóvenes?
Ahora bien, hay dos razones principales por las que los adultos mayores duermen menos que los jóvenes, la primera es que están acostumbradas a irse a la cama rápido, lo que provoca que madruguen al siguiente día, la segunda es que no hacen tantas cosas como cuando eran jóvenes, entonces puede que estén menos cansados.
Cabe destacar que el cerebro sabe cuándo es hora de dormir o de levantarse según la luz que entra por los ojos, sin embargo, si tenemos algún problema de salud como cataratas, es probable que ese mensaje no sea captado del todo por el cerebro, lo que llega a provocar alteraciones en el ciclo del sueño.
Es por ello que si se presenta cualquier anomalía, lo mejor será acudir con un médico de cabecera para recibir un diagnóstico más preciso del problema y, en todo caso, recibir un tratamiento para no tener problemas para dormir.