Salir de Cruz Azul para irse a jugar a Arabia Saudita con el Al-Nassr sin duda fue la mejor decisión del Cabecita Rodríguez, quien con América y a unas horas de enfrentar a Chivas en el Clásico Nacional vive una vida llena de lujos en una costosa casa que le compró a su esposa e hija en una de las zonas más exclusivas de la Ciudad de México.
Campeón de goleo con La Máquina, Cabecita Rodríguez ha sabido aprovechar hasta la más mínima oportunidad para darle a su familia la mejor de las realidades, pues aceptó volver a México con América luego de una oferta que difícilmente podía rechazar y que, incluso, incluía ciertos privilegios como vivir en una de las más costosas zonas de la CDMX, en una casa digna de un jugador como él, quien se espera sea definitivo en el Clásico Nacional de este domingo 18 de marzo en su visita a las Chivas.
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Y no es para menos, pues en muy poco tiempo y con base en sus goles, Cabecita Rodríguez se ha sabido ganar dicha casa y un lugar en el corazón de la afición del América, algo que deberá mostrar y justificar en el Clásico Nacional ante el acérrimo rival Chivas, que incluso con 21 puntos se encuentra en cuarto lugar por encima de las Águilas en la tabla general (quintas con 20) y no quiere que se le separe con rumbo a la Liguilla por el título.
Desde que llegó al América, Cabecita Rodríguez vive en esta lujosa casa
Luego de un exitoso paso primero por Santos Laguna y luego con Cruz Azul, Cabecita Rodríguez decidió abandonar la Liga MX para buscar fama y fortuna en el Al-Nassr de Arabia Saudita, donde nada más al llegar comenzó a ganar más del doble que lo que percibía en el equipo de La Noria.
Ello permitió que su precio se elevara inmediatamente, tanto que América tuvo que abrir y bien la cartera para traerlo de vuelta a México con un suelo de 3.5 millones de dólares anuales (en Cruz Azul ganaba 1.5), además de bonos por ese desempeño que lo convirtieron en el máximo romperredes en el Guardianes 2020.
Ah, pero eso no fue todo, pues para consentir a su esposa e hija el futbolista uruguayo también pudo “ponerse sus moños” y exigirle a la directiva americanista una lujosa casa en una de las zonas más exclusivas de la CDMX, con valor de unos 30 millones de pesos con alberca, cancha propia de futbol y amplio jardín que solo puede ser equiparada a la que tienen Memo Ochoa (38 millones de pesos) o las propiedades de Henry Martín.
EG