Arthur Friedenreich es uno de esos nombres que el tiempo ha dejado injustamente en las sombras. Nacido el 18 de julio de 1892 en São Paulo, fue hijo de un inmigrante alemán y de una lavandera afrobrasileña, algo impensado en un Brasil donde el racismo estaba profundamente arraigado. En una época en la que el fútbol era un deporte reservado para blancos de clase alta, él rompió barreras y se convirtió en la primera gran estrella afrobrasileña, allanando el camino para generaciones futuras.
En su momento, este futbolista fue considerado una leyenda aún mayor que el mismísimo Pelé. No solo por su habilidad para definir frente al arco, sino por su inteligencia en el juego, su agilidad y su capacidad para adaptarse a un fútbol que todavía estaba en pañales. Entre 1909 y 1935, anotó más de 1.300 goles en partidos oficiales y amistosos, cifra que (según historiadores y registros de la época) supera ampliamente los 1.283 tantos atribuidos a "O´Rey". A pesar de su récord, nunca gozó de la misma fama global, en parte por la falta de registros audiovisuales y la escasa cobertura mediática internacional de su tiempo.
Su irrupción en el fútbol brasileño fue tan impactante como simbólica. En un país donde a los jugadores negros se les exigía alisarse el cabello y “blanquear” su apariencia para ser aceptados, Friedenreich se abrió paso a fuerza de talento. No solo cambió la percepción sobre los futbolistas afrodescendientes, sino que dejó un legado cultural y deportivo que, paradójicamente, pocos recuerdan hoy.
De São Paulo a la gloria: sus primeros pasos en el fútbol
Arthur comenzó a jugar en equipos pequeños como el Germânia, un club fundado por inmigrantes alemanes, donde su ascendencia europea le permitió entrar a un mundo vedado para la mayoría de los afrobrasileños. Desde joven demostró un instinto goleador único, lo que lo llevó a ser convocado por clubes más importantes de São Paulo en un contexto en el que el fútbol aún era amateur.
Su estilo combinaba elegancia y técnica depurada, con dribles cortos y un remate preciso, características que le valieron el apodo de “El Tigre”. En 1914, ya formaba parte de la selección paulista y comenzaba a ser reconocido como uno de los delanteros más peligrosos del país.
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Un récord de goles que supera a Pelé
Entre 1909 y 1935, Friedenreich marcó (según las crónicas de la época) 1.329 goles en 1.239 partidos, cifras que lo ubicarían como el máximo goleador de la historia del fútbol. Estos tantos incluyen torneos oficiales, amistosos y giras internacionales, comunes en la era preprofesional del deporte.
Su mejor temporada fue en 1921, cuando anotó 54 goles en 29 partidos, un registro impresionante para el fútbol de aquellos años. Además, fue nueve veces máximo goleador del Campeonato Paulista y dejó su huella en torneos internacionales representando a Brasil.
El héroe de la Copa América 1919
Friedenreich fue la gran figura de la Copa América de 1919, celebrada en Brasil. En la final contra Uruguay, anotó el gol de la victoria en tiempo suplementario, dándole al país su primer título continental. Aquella hazaña lo convirtió en ídolo nacional, aunque su popularidad nunca trascendió como la de otros cracks posteriores.
Ese torneo también fue clave para demostrar que un futbolista afrobrasileño podía liderar y ser protagonista en la selección nacional, algo que en su momento rompió estereotipos y resistencias.
Obstáculos y discriminación
A pesar de sus logros, Friedenreich nunca pudo disputar una Copa del Mundo. Las convocatorias a los Mundiales de 1930 y 1934 lo dejaron fuera, en parte por su edad y en parte por prejuicios raciales. Además, la precariedad en el registro histórico de su carrera hizo que muchos de sus goles no quedaran oficialmente documentados.
En un Brasil que tardó décadas en reconocer plenamente a sus ídolos negros, su figura fue perdiendo peso mediático, eclipsada por la llegada de Pelé en los años 50 y la modernización del fútbol.
Del reconocimiento al olvido
Arthur Friedenreich se retiró en 1935, dejando un registro de goles impresionante y un impacto social profundo. Falleció el 6 de septiembre de 1969, el mismo año en que Pelé alcanzaba la cima de su carrera, lo que terminó de relegar su memoria.
Hoy, algunos historiadores del deporte y coleccionistas luchan por rescatar su nombre, considerándolo no solo el primer gran futbolista brasileño, sino también el hombre que abrió las puertas del fútbol profesional a los afrodescendientes en Brasil.
