El tema de la semana han sido los hechos violentos que se suscitaron en el Estadio Corregidora de Querétaro, donde Adolfo Ríos, director deportivo, fue uno de los focos de atención al brincar de su palco rumbo a la cancha para intentar calmar las agresiones. Sin embargo, la Liga MX decidió suspenderlo durante cinco años de cualquier función relacionada a la liga o la Federación Mexicana de Futbol. Hace unos años, durante su carrera en activo el ex portero del América tuvo un antecedenta con un barrista.
En redes sociales, muchos aficionados respaldaron los actos de Ríos al intentar calmar los actos violentos durante el partido en el Gallos contra Atlas del fin de semana pasado. Sin embargo, junto a los dueños y directiva del equipo fue desafiliado como castigo al equipo por no contar con las medidas de seguridad necesarias.
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Fue en 2001 cuando el llamado como "Arquero de Cristo" tuvo un primer acercamiento con las barras, cuando un integrante de ellas estuvo a punto de golpearlo en un partido entre Tigres y América celebrado en el Estadio Universitario, en suelo regio. Esto fue lo que pasó.
El día que Adolfo Ríos iba a ser agredido por un barrista
Durante el partido entre felinos y Águilas, un integrante de la porra de los Tigres se metió a la cancha y se dirigió corriendo a la posición de Adolfo Ríos, portero que en ese entonces defendía el arco azulcrema. Al percatarse de ello, el guardameta lo único que hizo fue correr, para no confrontar al aficionado y evitar salir lastimado. Ríos hizo un par de sprints para evitar ser alcanzado por el individuo, quien más tarde fue sometido por los elementos de seguridad que ingresaron al terreno de juego para calmar y detener al hombre.
El silbante del encuentro detuvo las acciones y los jugadores de Tigres se acercaron a donde habían sometido al aficionado sólo para evitar que fuera maltratado, aunque nadie lo iba a salvar de estar detenido y preso al menos una horas por el intento de agresión contra Adolfo Ríos.
La Comisión Disciplinaria vetó sólo un partido al Volcán por no tener las medidas de seguridad necesarias para evitar que un aficionado se brinque de la tribuna a la cancha, y poner en riesgo la integridad de los jugadores.