En 1979, mientras su nombre empezaba a recorrer el mundo del fútbol, Diego Armando Maradona fue alcanzado por una obligación que atravesaba a toda una generación de jóvenes argentinos: el servicio militar obligatorio. Tenía 18 años, jugaba en Argentinos Juniors, ya era figura de la Selección y, aun así, debió presentarse en el Regimiento de Infantería 3 de La Tablada, en pleno contexto de dictadura militar.
La colimba de “El Pelusa” no fue una experiencia aislada ni puramente personal. Su presencia dentro del cuartel ocurrió en un momento en el que el régimen buscaba mostrar orden, disciplina y normalidad, mientras el país atravesaba uno de los períodos más oscuros de su historia.
Aunque recibió permisos especiales para entrenar y competir, su paso por el servicio militar estuvo marcado por la exposición, las fotos oficiales y una incomodidad que él mismo recordaría años después. Él quería jugar al fútbol; el poder quería mostrarlo como ejemplo. Esa tensión atravesó toda su estadía en La Tablada.
El ingreso de Maradona al servicio militar
Diego fue incorporado oficialmente el 14 de mayo de 1979 y permaneció bajo régimen militar hasta el 15 de abril de 1980. Prestó servicio en el Regimiento de Infantería 3 de La Tablada, en la provincia de Buenos Aires, donde debió adaptarse a las normas, la vestimenta y la disciplina propias del ámbito castrense.
En aquellos primeros días, su llegada causó sorpresa entre soldados y suboficiales. No era un conscripto más, más bien ya era una figura pública. Aun así, debió cortarse el pelo y cumplir con las formalidades, aunque con un trato diferencial respecto al resto de los jóvenes.
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Las licencias para entrenar y jugar
Debido a su actividad profesional, Maradona recibió permisos frecuentes para entrenar con Argentinos Juniors y con la Selección juvenil. Él mismo lo contó en aquel momento:
"Hace dos semanas que ya ingresé y estoy muy contento porque me han tratado bien, pero siempre tratando de cumplir lo más que puedo. Me dan libertad para venir a los entrenamientos de Argentinos Juniors y a la Selección".
Esas salidas eran gestionadas por la AFA, pero no siempre estaban claras dentro del ámbito militar, lo que generó tensiones y situaciones confusas para algunos de sus compañeros.
El Mundial Juvenil 1979 y el uso político de la imagen
Mientras realizaba la colimba, “Dieguito” fue la gran figura del Mundial Juvenil de Japón 1979, que Argentina ganó con un equipo histórico. Sin embargo, el regreso no fue una celebración deportiva tradicional. Los campeones que aún eran soldados debieron volver al cuartel.
La dictadura aprovechó ese logro para mostrarlos públicamente. Fueron recibidos en la Casa Rosada, obligados a raparse y exhibidos como trofeo político. Años más tarde, resumió ese momento con crudeza: "Éramos huevo rascado".
El intento de propaganda del régimen
La presencia de Maradona dentro del servicio militar fue utilizada como parte de una estrategia de propaganda. La idea era mostrar a un joven exitoso cumpliendo con sus deberes, como símbolo de disciplina y compromiso, mientras el régimen ocultaba las violaciones a los derechos humanos.
Aunque él fue llevado a actos oficiales y sesiones fotográficas, quienes lo conocieron aseguran que nunca se sintió cómodo en ese rol y que jamás fue funcional al discurso del poder.
Durante su paso por La Tablada, compartió momentos con otros futbolistas del plantel juvenil y también con civiles como el actor Gabriel Corrado. Este último recordó:
"Él era supuestamente soldado de la misma compañía que yo, pero estaba por jugar el Mundial juvenil. Cuando llegó llamó la atención de todos los suboficiales. Todo el mundo comentaba que había entrado Maradona".
Corrado también aclaró: "Fui compañero de él por unas horas, digamos".
