Diego Armando Maradona

La explicación científica de los goles de Maradona a Inglaterra en México 86

Expertos estudian cómo el cuerpo y la mente de Maradona lograron hazañas únicas dentro de la cancha y en su vida como futbolista

La explicación científica de los goles de Maradona a Inglaterra en México 86
Explicación científica de los goles de Maradona a los ingleses en el Mundial de México 1986 Foto: Redes Sociales / Heraldo Deportes

A casi cuatro décadas del histórico partido entre Argentina e Inglaterra en el Mundial de México 1986, los dos goles que Diego Armando Maradona marcó en ese encuentro siguen despertando admiración, análisis, y también ciencia. Aunque fueron fruto de su talento, ambos tantos también pueden explicarse desde principios físicos y biológicos.

En el primero, la famosa "Mano de Dios", la física puede ayudar a entender cómo logró impactar el balón con tal precisión sin que los árbitros detectaran la infracción. Pero es el segundo gol, el llamado “Gol del Siglo”, el que más intriga a científicos, entrenadores y biomecánicos por igual.

Un estudio del físico Jorge Mirasso y del neurocientífico Diego Golombek explica que, sin saberlo, “El Pelusa” aplicó una combinación perfecta de fuerza, equilibrio, visión periférica y cálculo espacial. Su gol fue una clase magistral de biomecánica, aceleración, coordinación neuromuscular y física del movimiento.

Diego Maradona vs Inglaterra, 22 de junio de 1986. Foto: X @QueDebateX

¿Qué leyes físicas aplicó Maradona en el Gol del Siglo?

Durante los poco más de diez segundos que duró la jugada, Maradona recorrió cerca de 52 metros, dio 44 toques al balón y dejó atrás a cinco jugadores ingleses, más al arquero Shilton. La física lo explica así:

  • “Aceleración controlada: Diego alternó aceleraciones y desaceleraciones milimétricas. Cada cambio de ritmo obligó a los defensores a recalibrar su reacción, generando ventaja temporal.”
  • “Centro de gravedad bajo: Su estatura (1,65 m) y su postura de juego le daban un centro de gravedad más estable, ideal para cambiar de dirección con mínima pérdida de velocidad.”
  • “Efecto Magnus (rotación del balón): En cada toque, imprimía una leve rotación al balón. Ese giro generaba una curva aerodinámica natural, útil para mantener el control aun a alta velocidad.”

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Visión periférica

El neurocientífico Diego Golombek destacó en entrevistas que uno de los elementos más sorprendentes del argentino era su capacidad para registrar lo que ocurría en 180 grados sin mirar directamente.

“Tenía una visión periférica privilegiada, algo que muy pocos jugadores desarrollan al nivel que él lo hacía. Le permitía anticipar movimientos sin perder el foco en el balón”, explicó.

Diego Maradona vs. Inglaterra en el Mundial de México 86. Foto: Redes Sociales

Coordinación cerebro-piernas

Maradona ejecutó con fluidez acciones que en la mayoría de los humanos exigen planificación consciente. Esa respuesta automática surge de años de repetición, pero también de una sincronización neuromuscular excepcional. Estudios de biomecánica demuestran que su sistema nervioso ejecutaba comandos motores en milisegundos con una precisión quirúrgica.

El gol de la Mano de Dios y la física del engaño

En el primer gol, Maradona saltó 8 cm más alto que el arquero Peter Shilton, pese a que éste le llevaba más de 20 cm de estatura. ¿Cómo? Impulsó su cuerpo con la pierna derecha y levantó su brazo izquierdo en el ángulo justo para golpear la pelota, ocultando el movimiento con la cabeza. La física del movimiento engañó a los ojos humanos y a las cámaras de la época.

La Mano de Dios de Diego Armando Maradona. Foto: X @CAPArgentino__

Diego no estudió física ni biología, pero su cerebro ejecutaba movimientos complejos de forma natural. “Era un artista del cuerpo y del espacio”, resumió Golombek. En cada zancada, cambio de dirección o toque, se combinaban leyes de Newton, biomecánica avanzada y una intuición innata que lo volvió inimitable.

Gary Lineker y su admiración incondicional por Maradona

En el recuerdo de quienes compartieron cancha con Diego Armando Maradona, pocas voces resuenan con tanta sinceridad como la de Gary Lineker, uno de los grandes delanteros ingleses que se enfrentó a “El Diez” en aquel mítico partido. Más allá de la histórica rivalidad, el ex delantero siempre reconoció la magia y la pasión que Diego ponía en cada acción dentro del campo.

El inglés destacó no solo la técnica inigualable de él, sino también su amor genuino por el juego, una pasión que trascendía el talento y se manifestaba en gestos cotidianos, como aquella vez en La Bombonera, cuando Maradona, rodeado de su familia, demostraba una ternura poco conocida fuera del césped. Para Lineker, Diego era único, alguien que parecía jugar en otra dimensión, con una conexión casi mágica con el balón.

Su admiración llegó al punto de confesar que, durante el famoso “Gol del Siglo”, sintió un impulso poco habitual: querer aplaudir a un adversario, aunque el peso de la competencia y la afición se lo impidieron. “Fue lo más cerca que estuve en mi vida de querer aplaudir el gol de otro, cosa que no hice porque hubiera sido destruido en la vuelta a casa”, relató el inglés.

Esa jugada, además de un despliegue técnico, fue un testimonio de la habilidad excepcional del argentino para sortear rivales y controlar el balón bajo condiciones difíciles, como el terreno irregular del Azteca.

 

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