Para tener un cuerpo de envidia y desarrollar los músculos como realmente quieres, no es necesario recurrir a las pastillas ni a inyectarte esteroides anabólicos cuyos riesgos son muchos y que pueden traerte consecuencias terribles y de por vida.
El uso de estas sustancias es muy comentado en los gimnasios y entre los deportistas, pero pueden ser muy peligrosas para la salud si se abusa de ellas, pues suprimen nuestra propia producción de testosterona para sustituirla por la fuente exógena que nos proporcionan.
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Los esteroides están hechos para combatir enfermedades como anemia aplásica, afecciones crónicas y debilitantes, osteoporosis posmenopáusica o del anciano, quemaduras extensas y fracturas de lenta consolidación, así como en pediatría para el retardo del crecimiento estatural y ponderal, pero no propiamente para hacer más músculo.
Riesgos de inyectarte un tipo de esteroide
La diferencia entre una persona que no se inyecta esteroides y otra que sí es abismal, pues a estos últimos se les ve más rocosos, más duros, más grandes y con un porcentaje de grasa menor, todo por la gran diferencia entre la producción de testosterona que el cuerpo genera de forma natural y la que nos proporcionan los esteroides.
El problema es que si no se saben usar o se abusa de ellos los esteroides pueden traernos consecuencias como la interrupción de la producción normal de hormonas, causando cambios reversibles como una producción reducida de espermatozoides y encogimiento de los testículos, así como irreversibles como la calvicie y el desarrollo de senos en los hombres.
Las mujeres pueden sufrir de masculinización con la reducción de sus senos y grasa corporal, la piel se vuelve áspera, el clítoris se agranda y la voz se hace más profunda, además de experimentar un crecimiento excesivo del vello corporal, pero con pérdida de cabello.
Pero eso no es todo, pues el abuso de estas sustancias se relacionan con enfermedades cardiovasculares, ataques al corazón y al cerebro y la formación de coágulos de sangre en menores de 30 años que pueden interrumpir el flujo sanguíneo, lesionando el músculo cardíaco de manera que no bombee la sangre.
También pueden producir tumores hepáticos y una afección poco común llamada peliosis hepática, en la que se forman quistes llenos de sangre en el hígado y que pueden reventarse provocando hemorragias internas. Además, causan acné y quistes, piel y pelo grasiento, así como dependencia, furia, agresión, manías o delirios entre sus efectos sicológicos.
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